Con nosotros probarás la excelencia a buen precio.
Más que un súper: una saga de charcuteros que nunca soltó el cuchillo
Cuando piensas “SUMA Y SIGUE” estás pronunciando el apellido de una familia que, desde 2012, vive literalmente entre humo de encina, aromas de pimentón y la música metálica del despiece al amanecer.
Somos tres generaciones –abuelos carniceros, padres maestros de jamón y la nueva hornada obsesionada con la trazabilidad– trabajando bajo un mismo techo: nuestro propio obrador, pegado al supermercado.
01.
El secreto no es secreto: es oficio
01. Salazón en cajón de madera
Usamos baúles de pino sin barnizar, como en los 60, porque la madera regula la humedad sin “cocer” el jamón. Cada pieza duerme 24 h por kilo bajo sal marina del Cabo de Gata.
02. Atado a mano con bramante de algodón
Ninguna grapa industrial deja la tripa tan estanca ni tan bonita. El nudo que hace el abuelo Antonio no lo ha replicado ninguna máquina (lo hemos intentado).
03. Punteo y volteo manual
Cada jamón se “puntea” con un hueso de caña para oler su progreso y se voltea una vez a la semana. Si la nariz no da OK, no pasa al siguiente estadio.
04. Secado por corrientes naturales
Aprovechamos el viento fresco de Sierra Parapanda: ventanas “de lamas” que abrimos y cerramos a mano. Sin túneles de aire forzado, el curado es más lento, pero el aroma gana profundidad.
Lo que creemos
Transparencia
Los cristales de nuestro obrador no tienen persianas: si no podemos enseñarlo, no lo hacemos.
Precio justo
0 intermediarios, 0 sorpresas. Creemos que calidad y bolsillo pueden llevarse bien.
Cercanía real
Conocemos el nombre de nuestros proveedores… y el de la mitad de nuestros clientes.
Tradición que progresa
La misma tripa natural de siempre, técnicas de control de humedad por sensor láser.
Cierra el círculo con nosotros
Cada vez que eliges un lomo de SUMA Y SIGUE estás financiando la última bota de sal de pino, el turno del tío Manolo y una forma de hacer las cosas que la industria tacha de “lenta”. Nosotros la llamamos auténtica. Pasa, huele, pregunta y, sobre todo, prueba. Aquí, la palabra “artesanal” tiene nombre, apellidos y dirección exacta.